viernes, septiembre 30, 2005
Instrucciones para sobrevivir unas votaciones presidenciales. [4]
La Publicidad
Parte fundamental de cualquier contienda por ganar la silla grande de la presidencia, es la publicidad.
Sin ella, no sabríamos que candidato sonríe más, cual de ellos se ve mejor con corbata roja, o quien sabe pronunciar mejor aquellas palabras que nos mueven la pirámide de maslow y nos hace decir entre lágrimas:¡Ese es mi candidato!
Así pues, al candidato en cuestión se le debe tratar como si se tratara de un detergente o de un papel de baño, ya sea porque con las campañas lavaremos dinero o porque con la publicidad se intentarán limpiar todas las mierditas que el susodicho ha tirado a lo largo de su carrera política. El candidato es entonces capaz de ofrecer cualquier cosa, es capaz de lograr lo que nunca antes ha sido capaz de hacer. Es la versión nueva y mejorada de si mismo. Ni su madre sería capaz de dudar de El MEJOR CANDIDATO®
Para empezar con esta transformación de la bestia en la bella, se necesita de un slogan de campaña que refleje claramente las intenciones de "ser aquel", pero que oculte toda la ineptitud que ha caracterizado el desempeño político. Entonces el candidato que fue secretario de gobernación y que nunca supo como mediar a favor de la mayoría que representaba llevara por slogan, " Por esa mayoría donde estás tú, yo quiero ser Presidente". O el oscuro candidato que mueve hilos en su red de intrigas tendrá por slogan, “Mover a México para que las cosas avancen”. Aunque claro que nunca nadie aclara que hay que mover a México porque le estorba al candidato para que las cosas que avancen sean sus oscuros intereses.
Una vez definido el slogan que será el lema de la batalla mediática, hay que asegurarse que la dichosa frase sea integrada a todos los objetos promocionales posibles para que con ellos podamos reforzar las costosas campañas de televisión y radio.
Las campañas de televisión y radio son el pináculo de la inversión inteligente en lo que a difusión de ideas políticas se refiere, y no, no piense mal querid@ lector(a), aquí no hablamos de propuestas de gobierno, ni de planes estratégicos de crecimiento, ni siquiera de una clara idea de lo que es gobernar, no… aquí nos referimos al sutil lenguaje de ser candidato político, al histrionismo digno de grandes actores que poseen todos los candidatos en campaña. A acciones tan concretas como aguantar el asco al abrazar a una viejecilla pobre, a mencionar la historia familiar y los éxitos de otros para hacernos pasar como herederos de ese éxito y esas bondades. A poder quedarse recitando un discurso de apoyo al jodido, debajo de una lluvia falsa para hacernos pensar que hasta en las condiciones más pinches y precarias, estaremos ahí, al lado de todo aquel que vote por nosotros.
Es aquí en estas campañas donde debemos invertir. Donde daremos el mejor uso a los impuestos, al lavado de dinero, a los fondos chuecos y a los fondos amarrados. Nunca tendremos otra oportunidad de gastar tanto dinero sin culpas. Y sobre todo recuerde que la publicidad no es para informar, si alguien nos reclama el gasto inútil, solo mirémoslo despectivamente y digámosle: ¿Quieres informarte…? Compra mi librito…
Que el voto de reata nos guie.
Parte fundamental de cualquier contienda por ganar la silla grande de la presidencia, es la publicidad.
Sin ella, no sabríamos que candidato sonríe más, cual de ellos se ve mejor con corbata roja, o quien sabe pronunciar mejor aquellas palabras que nos mueven la pirámide de maslow y nos hace decir entre lágrimas:¡Ese es mi candidato!
Así pues, al candidato en cuestión se le debe tratar como si se tratara de un detergente o de un papel de baño, ya sea porque con las campañas lavaremos dinero o porque con la publicidad se intentarán limpiar todas las mierditas que el susodicho ha tirado a lo largo de su carrera política. El candidato es entonces capaz de ofrecer cualquier cosa, es capaz de lograr lo que nunca antes ha sido capaz de hacer. Es la versión nueva y mejorada de si mismo. Ni su madre sería capaz de dudar de El MEJOR CANDIDATO®
Para empezar con esta transformación de la bestia en la bella, se necesita de un slogan de campaña que refleje claramente las intenciones de "ser aquel", pero que oculte toda la ineptitud que ha caracterizado el desempeño político. Entonces el candidato que fue secretario de gobernación y que nunca supo como mediar a favor de la mayoría que representaba llevara por slogan, " Por esa mayoría donde estás tú, yo quiero ser Presidente". O el oscuro candidato que mueve hilos en su red de intrigas tendrá por slogan, “Mover a México para que las cosas avancen”. Aunque claro que nunca nadie aclara que hay que mover a México porque le estorba al candidato para que las cosas que avancen sean sus oscuros intereses.
Una vez definido el slogan que será el lema de la batalla mediática, hay que asegurarse que la dichosa frase sea integrada a todos los objetos promocionales posibles para que con ellos podamos reforzar las costosas campañas de televisión y radio.
Las campañas de televisión y radio son el pináculo de la inversión inteligente en lo que a difusión de ideas políticas se refiere, y no, no piense mal querid@ lector(a), aquí no hablamos de propuestas de gobierno, ni de planes estratégicos de crecimiento, ni siquiera de una clara idea de lo que es gobernar, no… aquí nos referimos al sutil lenguaje de ser candidato político, al histrionismo digno de grandes actores que poseen todos los candidatos en campaña. A acciones tan concretas como aguantar el asco al abrazar a una viejecilla pobre, a mencionar la historia familiar y los éxitos de otros para hacernos pasar como herederos de ese éxito y esas bondades. A poder quedarse recitando un discurso de apoyo al jodido, debajo de una lluvia falsa para hacernos pensar que hasta en las condiciones más pinches y precarias, estaremos ahí, al lado de todo aquel que vote por nosotros.
Es aquí en estas campañas donde debemos invertir. Donde daremos el mejor uso a los impuestos, al lavado de dinero, a los fondos chuecos y a los fondos amarrados. Nunca tendremos otra oportunidad de gastar tanto dinero sin culpas. Y sobre todo recuerde que la publicidad no es para informar, si alguien nos reclama el gasto inútil, solo mirémoslo despectivamente y digámosle: ¿Quieres informarte…? Compra mi librito…
Que el voto de reata nos guie.
Etiquetas: [insomnio cotidiano]