martes, septiembre 13, 2005

 

Instrucciones para sobrevivir unas votaciones presidenciales. [3]

El financiamiento

Ganar una elección, cualquiera que sea, municipal, de jefe de manzana o presidencial, por fuerza implica un fuerte gasto de publicidad y promoción del monigote que deberá ser elegido como el merobueno®.

Todos los ciudadanos responsables, aportan su granito de arena, por medio de los impuestos, para que estas campañas millonarias traigan hasta nuestras televisiones, las inteligentísimas propuestas que los diversos candidatos tienen para que todos vivamos en la gloria.

Sin embargo, los míseros millones que la ciudadanía otorga a los partidos políticos por medio del presupuesto, no es suficiente para cubrir los gastos mínimos de los dueños de los partidos, perdón… de los candidatos… no tampoco, sorry… de los gastos administrativos y de publicidad que harán de México un país de buena política, de excelso marketing y de candidatos prelavados ready to go. Así pues, cada candidato debe trabajar para exprimir los bolsillos de sus simpatizantes y obtener un poco más de financiación para lograr su tan ansiado sueño de quinceañer@.

Varios son los métodos gracias a los cuales el dinero puede ingresar a las arcas del despilfarro mediático. El más común, aprendido a fuerza de ir todos los domingos a misa, es conocido como "Pasar la Charola", que como su nombre lo indica es invitar a la gente conocida a que deje su morralla en una bonita charola de plata que ira pasando de mano en mano hasta verse atiborrada de moneditas de a peso. Este método bien da para juntar unos cuantos millones, sin embargo es un método de poco alcance ya que la charola solo se rola entre gente bien, ya que una bonita charola de plata no puede dejarse en las manos de un pobretón cualquiera que no puede aflojar morralla por arriba de los 200 mil pesotes, viéndonos muy miserables.

Otro recurso es el de los padrinos anónimos. Aquí el dinero fluye en carretadas, y cuando alguien cuestiona la procedencia del dinero, simplemente se dice que el generoso empresario que nos da la dádiva, ha decidido mantenerse anónimo, ya que otorga la lana por el bien de México apoyando al mejor candidato.

El anonimato brinda posibilidades ilimitadas de financiamiento, desde cubrir fondos extraídos legalmente de las Afores, mochadas extraordinarias de PEMEX, cuotas voluntarias de los sindicatos asociados, patrocinios de extranjeros interesados en el suelo patrio, y porque no, en el subsuelo patrio; hasta convertir a las campañas en lavadoras que ya quisieran whirpool o GE, así como negociar con las casas televisoras interesadas en casinos, utilizando montones de ligas que ayudan a conservar esta industria nacional.

Por último, ya que el dinero es anónimo y no se sabe ni cuanto es, permite meter la mano grande a la caja chica y hacerse de la casa de los sueños en Acapulco, o comprar terrenitos en Can Cún, o terminar de construir el rancho de los sueños para que cuando termine nuestro mandato, podamos irnos a vivir como los héroes patrios que fuimos al traer el cambio a la nación que nos vio crecer.

Sin embargo en las opciones anteriores solo podemos contar con el 3% de la población del país. Ya que el resto únicamente tiene su miserable tarjeta oportunidades o su raquítica ayuda para adultos mayores.

Sin embargo para este 97% olvidado de la repartición uniforme del gasto de campañas y haciendo uso de las estrategias más modernas del telemarketing, ahora los pobres pobres, podrán hacer uso de su teléfono y marcar a un 01900-apoyaatucandidatoahora® y con solo llamar abonarán 20,30 o 50 pesotes a su candidato favorito.
¡Por fin la democracia le ha hecho justicia a los miserables!

¡¡¡Así que marca ahora y gana!!!

Que el voto de reata nos guíe.

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