lunes, septiembre 19, 2005

 

Crónicas de mi padre. [1]

I
Un sonido sordo se escucho cuando sentí que el piso comenzó a moverse de un lado a otro, todo mundo se echó a correr. Yo me quedé quieto, paralizado entre el miedo y la sensación de que el piso se movía a mis pies. Era la primera vez que sentía un temblor. Una señora que estaba junto a mí, se arrodilló y comenzó a rezar.

Un indio vestido de manta y con un sombrero enorme pasó corriendo a nuestro lado, en ese momento, la tierra se abrió y se trago al indio con todo y sombrero para cerrarse con un estruendo como de un rayo. Después de eso todo fue silencio y los faroles que alumbraban cada cuadra ya dejaban de moverse.

Después de una eternidad que debió haber durado nada, la señora se levantó del suelo, me agarró de la mano y ambos corrimos hacia donde el suelo se había tragado a aquel hombre.

La señora comenzó a gritar, a todo el que pasaba le decía lo que habíamos visto, yo solo asentía sin quitar la vista del suelo, esperando que en cualquier momento se escuchara el grito de aquel indio vestido de manta que la tierra se había tragado por completo. Era el 17 de junio de 1928 y estábamos junto al jardín del Carmen. En aquel entonces solo había un solo foco por cada cuadra en la ciudad y nunca nadie creyó lo que habíamos visto.


II
Era el 29 de Julio de 1957, el día anterior había temblado y el gran acontecimiento era el ángel de la Independencia caído. Fuimos a verlo. El compadre Silvio llevaba su cámara. No se que haya pasado con esas fotos. Había mucha gente. Si hubieras ido el día anterior hubiéramos podido tomarnos las fotos arriba del ángel.


III
Eran las 7 con 19 minutos de la mañana. Apenas despertaba ya que una fractura en la rodilla impedía que me moviera mucho. Cuando me levante de la cama, sentí el primer jalón, me caí de regreso sobre el colchón y pensé que eso ya era todo para mi. Un ataque de epilepsia pensé. Un tronido me sacó del pensamiento y entonces me percate del ruido de la casa chocando contra el edifico de al lado. Sonaron unos vidrios rotos. Escuchaba gritos venir desde la calle, el árbol frente a la ventana se movía frenéticamente de un lado para el otro al igual que el poste de luz y el cableado de los trolebuses. Después el silencio. Y otro sonido apenas perceptible inundó el ambiente, como un suspiro ahogado. En ese momento el edificio de la SCOP se vino abajo. El ruido era el aire huyendo por entre los escombros. Poco a poco supe lo que había pasado. Aún con la pierna fracturada salí a la calle y vi los edificios caídos y la angustia. Entre de regreso a la casa y saque agua, el pan que teníamos, algunos litros de leche y algunos botes de café. No era mucho pero era lo que podía dar. Todos dimos lo que teníamos para dar.

IIII
Al día siguiente del temblor del 85, fue peor. Era de noche, y la gente salió corriendo como pudo de donde se encontraba. Los rescatistas tuvieron que salir volando de los lugares en ruinas. Todos teníamos miedo, yo tuve que aparentar fuerza para que mi familia no se sintiera desprotegida, pero la única imagen en mi cabeza era la de aquel hombre vestido de manta con su enorme sombrero y como se lo había tragado la tierra sin que nunca nadie me creyera lo que vi.

En homenaje a todos los que se nos adelantaron hace 20 años un 19 de septiembre

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