domingo, abril 17, 2005

 

Enciclopedia de pendejadas [7]

Mi condición de soltero me ha orillado en incontadas ocasiones, sobre todo cuando la hueva abunda, a degustar mi desayuno en los VIPS. Los VIPS para quien no lo sepa, son unos restaurantes de comida internacional en serie, atendidos por unas meseras amables sin exageraciones, donde todas las sopas saben a harina maisena.

Dentro de los VIPS además de las mesas, y sillones que uno encuentra en cualquier restaurante, existe La barra ®, este es el lugar donde todos los jubilados, solteros, solteronas, ejecutivos financieros que van de prisa y los huevones como yo, se sientan a deglutir sus sagrados alimentos.

Así pues que en mis múltiples desayunos de huevitos rancheros, molletes o enchiladas, ya había logrado entablar una relación de barra ® con los comensales.

Las relaciones de barra consisten básicamente en tres cosas:
1ero. Asistir habitualmente a La barra, de tal modo que los ahí reunidos comiencen a reconocerte cuando des los buenos días, cuando te levantes y digas provecho, o que la mesera que casi siempre es la misma te sirva el café o té tal cual te gusta.

2undo Una vez que la barra te ha reconocido como asistente habitual, esto te permite romper la regla del uno-uno-uno ®, es decir, si no conoces a alguien, o llega alguien que no conoce a nadie, siempre se sentará de tal modo que dejará un asiento vacío entre él y el siguiente comensal, un asiento ocupado, uno vacío, uno ocupado. Si la barra esta llena se sentará en el asiento que menos mortifique su espacio personal. Pero ser asistente habitual a la barra permite romper esta regla con los conocidos.

La 3era y más importante es que una vez sentados lado a lado, uno debe estar dispuesto a: Compartir el periódico, pasar el azúcar, la sal o las servilletas, a llamar a la mesera, a ver fotos de nietos, hijos o sobrinos, a flexibilizar las opiniones políticas, religiosas o deportivas, y a disfrutar de las alimentos sin el mayor aspaviento.

Después de muchos meses ausente, hoy desayune en la barra. Ana, la mesera, sigue siendo la misma y me reconoció aunque había olvidado que mi té va con crema. Del resto de los barracuates ® Solo estaba el gerente del VIPS, que a veces se unía a las conversaciones con algún comentario chusco para inmediatamente después despachar a las meseras a la cocina con un: apúrate mamita.

Todo esto lo traigo a colación porque me pregunto si Don Antonio, que era un viejito gruñón que guiñaba el ojo a todas las meseras, que vivía de su pensión y de la ayuda social del peje, que cada sábado que lo topaba estaba ahí comiéndose sus bisquets con mermelada y su café americano con tres cucharadas de azúcar, que traía en su cartera la foto de su difunta esposa y cada que la enseñaba ponía cara de viudo, y que siempre cuando se marchaba, le decía a Ana la mesera, que no traía dinero y que si se lo disparaba solo esta vez -creo que a cada uno de los barracuates le toco alguna vez pagar la cuenta de don Antonio- y que Ana en ocasiones se hacía de la vista gorda y cobra unos bisquets de menos, o no cobraba el café, o dejaba pasar el jugo de más. Me pregunto si a Don Antonio se le habrá hecho tarde el día de hoy, o simplemente el Don ya alcanzó a su mujer para desayunar.

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otros dicen::
habia un viejito que iba cada semana a mi casa a ver si teniamos carton o lamina... aunque en realidad a lo que iba era a que mi mama le diera unos pesos o algo de comer... y siempre se quedaba a platicar un rato con ella o con alguno de nosotros (los hijos)... hace tiempo que dejo de ir... y nos hacemos la misma pregunta... que cosas, no?
 
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